Esta mañana me han despertado de nuevo las voces de los odiosos hijos de los vecinos... He vuelto a odiarles, y me he sentido bien, ya que sé que ellos también me odian a mi.
Trastabillando y con gran dolor de cabeza, me he asomado a la ventana, a mirarlos, mientras me fumaba el primer cigarro del día. Siempre es el mejor, ya que aún conservas en la boca el sabor de la noche anterior, sabores de una noche que apenas recuerdas: alcohol, drogas, y tal vez alguna mujer, pero es imposible saberlo...
He saboreado cada calada, cada molécula que entraba en mi cuerpo, recorriendo mi garganta, hasta llegar a mis pulmones, llenándolos, quitándole espacio al oxígeno vital... Me he imaginado el humo recorriendo mi sangre, cargado de endorfinas que explotaban en mi cerebro, y cargado también de dios sabe que sustancias, alimentando un posible cáncer de pulmón, esperando a darse a cáncer...
Me he quedado observando esa familia, como sacada de una estúpida teleserie de los 80. He sentido nauseas. Mi vecino abrazado a su “adorable” esposa, mirando como sus hijos disfrutan de un simulacro de vida perfecta, todo lleno de amor y felicidad...
He sentido ganas de gritarles que todo es mentira, de decirles la verdad, que pronto se darán cuenta de lo que la sociedad les depara, una vida sin futuro en busca de un trabajo estúpido y un amor inexistente, creyendo que eso les haría felices...
Sin embargo, simplemente le pegué una última calada a mi cigarrillo...
Después de eso salí de mi habitación, sin vestir, sin ganas de comer nada, sabiendo que de nuevo debido al alcohol lo vomitaría, y entonces me he tirado en una silla, intentando recordar fallidamente la noche anterior...
No sé cuanto tiempo he pasado así, pero llegó el momento en que me vestí con la ropa arrugada que tenía esparcida por el suelo, sin siquiera mirarla, y salí a la calle, deseando que pasara algo en mi vida que me hiciera sentir algo...
El gato que vi ayer había sido retirado, un ser vivo convertido en un simple despojo, real como la vida misma, profecía de en lo que nosotros nos convertiremos, despojos de la sociedad, que moriremos solos en un hospital o en medio de la calle, que importa...
Es curioso como la gente se aferra a la idea del amor. Simplemente no creo que exista. Lo he pensado muchas veces y he llegado a la conclusión de que es una idea ética del ser humano, una excusa para poder follar sin perder su humanidad, sin perder lo que le distingue del animal del que provenimos. Hemos sustituido el instinto, por una simple excusa...
El amor hace al ser humano comportarse estúpidamente, incluso dar su vida por el ser que supuestamente ama... Eso manda al carajo toda la teoría de la evolución, ¿dónde quedó la supervivencia del más fuerte? Me parece estúpido, totalmente estúpido.
Somos animales, aunque nos duela, y es por eso que nuestras madres nos protegen, porque es su instinto, el instinto de proteger una inversión de energía, 9 meses creando un con millones de celúlas a partir de dos... Pero insistimos en que no somos animales, que usamos la razón y yo más bien digo que lo único que somos es hipócritas, mentirosos que de tanto mentir ni siquiera sabemos distinguir ya la verdad...